miércoles, 17 de junio de 2015

EGOÍSMO POSITIVO

Las relaciones sexuales en pareja tienen muchos objetivos: disfrutar del placer, afianzar la intimidad de la relación, comunicarse, procrear, etc.

Pero ese disfrute se convierte en peligro, alerta y ansiedad cuando nos centramos en satisfacer a la pareja y nos olvidamos de disfrutar nosotros. Y más aún (con lo críticos que solemos ser con nosotros mismos mientras buscamos la perfección), si pensamos que todo lo que intentamos hacer para que nuestra pareja disfrute, lo hacemos mal o no conseguimos nuestro objetivo.

¿Y qué conseguimos con todo esto?
La ansiedad hace que nos bloqueemos, que la respuesta sexual falle en alguna de sus fases (excitación o eyaculación) y dé lugar a eyaculación precoz, trastorno eréctil o anorgasmia. Un ejemplo muy conocido es el del típico adolescente que va a tener una relación sexual con otra persona por primera vez, se pone muy nervioso, pensando si estará a la altura o si ella disfrutará, y le “da un gatillazo” o eyacula sin control antes de lo que él quisiera.

En resumen, cuando tenemos una relación sexual, debemos centrarnos en nuestro propio disfrute (siempre dentro de los límites de la ética y legalidad y dentro del respeto de nuestra pareja sexual). Cuando nos centramos en nosotros mismos, nuestras sensaciones y nuestro goce, la relación sexual va a ser mucho más fluida y menos tensa. Si ambas personas se centran en ello, ambas podrán disfrutar de la relación.